Buenos días lector:
Los martillos de brujas: los ases de la
Inquisición
Es
una expresión que habremos oído todos alguna vez: “El martillo”, cuando se está
hablando de temas de brujería e Inquisición. Sin embargo ¿qué significa esta
palabra cuando no se refiere a la herramienta física?
La
institución inquisitorial funcionaba en toda Europa para perseguir la herejía,
por tanto, necesitaba procedimientos “estándar” para saber cómo actuar cuando
se encontraban herejes de brujería. En otras palabras, instrucciones precisas
que debían seguir minuciosamente todo inquisidor durante todo el proceso: desde
que se cogía al hereje, se interrogaba, se juzgaba y se aplicaba la sentencia
final.
De
esta necesidad nace el libro literario considerado como “el más funesto de la
historia”. Un libro oficial donde indicaban todos los protocolos necesarios a
seguir.
El
primer libro “martillo” fue escrito por dos inquisidores dominicos: Enrique
Institoris y Jacob Sprenger; a raíz de la “Bula bruja” del Papa Inocencio VIII
donde exclamaba que había que corregir antiguos errores cometidos en los casos
de brujería.
La
obra es consideraba hoy en día como una de la más aterradoras de la historia.
Sin embargo, en aquella época gozaba de gran prestigio y admiración por parte
de países como Francia y Alemania. España, curiosamente, la consideró obra de
un loco.
En la
obra se atacaba directamente a la mujer a pesar de que se admitía la existencia
de brujos y brujas. Constaba de tres partes:
La
primera aclaraba la existencia de brujos desde la teología.
La
segunda aborda la existencia de tres tipos de maleficencia y como los jueces
debían proceder para que no le surgieran efectos los hechizos.
La
tercera es la más impactante, pues aclara todo tipo de torturas que ha de
practicarse para obtener la confesión de brujo. Y lo que era peor aún, se
admitía todo tipo de acusación de terceros hacía otras personas (así viniese de
delincuentes y asesinos). Además, se indica que los juicios deben ser rápidos
para que el reo no tenga oportunidad de recurrir a la sentencia
Este
libro sólo sería el primero de una serie de “Libros Martillos”, franceses y
protestantes, conocidos también como “Malleus”. De los franceses clarisamente
nos viene el nombre de Pierre Lancre, nombrado en el artículo de la Francesita,
quién vivió en estos momentos convulsos de pleno auge de persecución a la
bruja.
No es
de extrañar que tras la difusión de los libros martillos salieran a la luz los
aquelarres, pues las acusaciones de la gente hacían referencia justamente a lo
que se mencionaba en estos libros.
De
modo que, cuanto más se hablaba de brujerías, más brujos se encontraban.
Atentamente,
Elena Rojas
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