Buenos días querido lector:
Mañana leeremos ya el final de este relato que espero que les haya gustado
Maca
disparó.
David
y yo también.
Nos
acercamos a ella, tenía una bala en la pierna, la mía y otra en el pecho, la de
David.
-No
hacía falta que fuera letal- objeté.
-Elisa,
nos disparó, con eso debe darte una idea de que era “La sombra”- opinó.
-Con
más razón, debe ir a la cárcel-.
-¿Por
qué no nos llegó ninguna bala? Disparó primero- insistí.
Le
apunté con la pistola.
-Elisa
¿qué haces?- me pregunté.
-Ya
no hay nadie más, tienes que ser tú- acusé con el dedo en el gatillo.
-¡Por
el amor de Dios, no digas burrad…!-.
-¡Lo
sé David, digo Nelson!- David se quedó de piedra.
-¿Cómo
lo sabes?-.
-Te
investigué, eres o fuiste Nelson, el que hace siete años, siendo un adolescente
resolvió por su cuenta un caso en que nadie conseguía coger el asesino, te
llamaron “el joven prodigio”, pero luego desapareciste. Tienes talento para
investigar, igual que “La sombra”, sospechaba de ti pero creí que no podías ser
pensando que “La sombra” actuaba mientras tú estabas conmigo-.
-¿Y
no serás tú, Elisa?- me acusó levantando el arma hacía mí.
-¡¿Cómo?!
¡He estado contigo!-.
-¡Y
yo contigo! Nunca se me ocurrió pensar que pudiera haber más de uno-.
-Mucha
casualidad lo tuyo- espeté.
-¡Pues
anda que tú! Apareces y “La sombra” se quiere dar a conocer ¿Si me investigaste
por qué esperaste a esta noche?-.
-Porque
tan idiota que me resistí porque me gustabas- contesté sin tapujos.
-Anda,
mira, pues ya somos dos, salvo que yo confié en ti y no te investigué, mal
hecho, ahora lo lamento-.
-¡Deja
de fingir!- le grité.
-¡¡No,
déjalo tú!! ¡Años! ¡Años llevo detrás de ti, me has destrozado la vida y aquí
estamos ahora! ¡Te has reído de mí, creo que merezco que más que sea des la
cara!- vociferó.
-¡¿Pues
si tanto te la he destrozado por qué no disparas?!-.
Uno
frente al otro, estaba convencida de que era él el culpable, había varios
muertos… y yo no era capaz de disparar… él tampoco.
Me
miró, esa mirada la había visto antes, de derrota.
Bajó
el arma.
Yo
la mía.
Su
mirada cambió.
La
mano aferró la pistola.
¡La
subió!
Subí
la mía.
-¡No
lo hagas!-
-¡No
lo hagas tú!-.
Disparó, me aparté, disparé.
La
pistola le voló de la mano manchada de su sangre.
¡Un
tercer disparo!
Ni
mío ni suyo.
Me
volví.
-¡¡¡Usted!!!-
grité, incrédula.
-Esa
es la diferencia entre tú y los demás, la única que me respeta- me contestó,
acercándose.
-¡No
te muevas!- le ordené, apuntándole con la pistola, -dame una razón y no dudaré,
aunque prefiero que pagues en la cárcel- declaré con toda decisión, agachándome
cerca de David pero sin apartar la mirada de “La sombra”.
-Sigo
vivo…-murmuró David, - dispara- pidió.
-¿Por
qué, Elisa? Eso va en contra de tus principios y tú eres muy recta-.
-David
¿dónde te alcanzó la bala?- le pregunté, ignorando a quien apuntaba.
-Sé
que no lo quieres hacer, tu madre fue psicóloga, tú siempre tuviste debilidad
por los que sufrían… y yo he sufrido, todos me han maltratado-.
-No
sé si ha cogido el corazón- me contestó David.
-Nunca
tuve intención de hacer daño, Álvaro disparó a Santiago creyendo que era yo, y
a él le pasó lo mismo… lo de Julián fue un accidente de Enrique y yo sólo
quería encerrarle en una cámara para los cuerpos, pero forjeceó y en la pelea
se disparó el arma…Maca apuntaba para mí, que estaba detrás de ti y de él…
podría haberla matado cuando la golpeé… sólo la até, y ahora David te iba a
disparar y yo sólo quería protegerte….- dio un paso más hacía nosotros.
-¡Quieto
he dicho!- ordené apretando la herida de David. -Ahora mismo llamas a una
ambulancia, si no te mato-.
Tiró
un aparato que servía para que los móviles no tuvieran cobertura, sacó del
bolsillo el de Maca y llamó.
-Sólo
quería resolver casos, es lo único que se me da bien… hubiese hecho la carrera,
pero mis padres no creían en mí, ni mis profesores, ni mis compañeros… así que
acabé como uno de mantenimiento, despreciado por todos, me han hecho bromas
pesadas, burlas, destrozar cosas adrede, insultarme o lo peor: ignorado, como
una sombra… así, día tras día por los que se creían muy por encima de mí, no me
dejaron la oportunidad de intentarlo, me boicotearon cuando intenté presentarme
después de aprender de mi mentor, mi tío… no me quedó otro remedio que bajo el
anonimato…-.
-Tírame
el teléfono para ver si has llamado- ordené, ignorándole.
Me
lo tiró, había llamado.
-¿Decepcionada,
verdad? Lo puedo leer en tus ojos, como todos, por eso no quería darme a
conocer, sabría que así sería respetado y que por una vez llamaría la atención.
Aunque sólo se conociera mi talento y mi otro nombre, porque en realidad no soy
más que eso para todos…una sombra-.
-La
pistola de Julián, tírala-.
La
dejó en el suelo.
-Esta
es la primera vez que no me salen las cosas como planeé. Llegué a hartarme y
quería venganza, les haría sentir lo que me han hecho sentir a mí:
intimidación, hacerles sentirse pequeños y yo grande. Hacer que estuviesen tan
ocupados con “La sombra” que dejasen en paz al de mantenimiento…-.
-¡Pero
no ves que me importa un bledo lo que dices! ¡Sólo quiero salvar a David!- le
grité.
-Creí
que tenías ganas de cogerme… pero no puedes hacer las dos cosas-.
-¡Si
puedo! Vamos a esperar a la ambulancia y si te mueves disparo- no podía ir y
esposarle, eso significaría quitar la mano de la herida de David y la sangre
saldría mucho más deprisa y moriría.
Sacó
el arma de Enrique.
-Para
detenerme tendrás que dejarle… no voy a dispararte- aseguró.
-¿Entonces
para qué quieres el arma?- le pregunté.
Atentamente,
Elena Rojas
0 comentarios:
Publicar un comentario