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jueves, 19 de octubre de 2017

El Campeador Cid: mito/realidad-defensor de cristianos y musulmanes


Buenos días lector:

Hoy vamos a repasar una figura histórica motivo de orgullo español y la fe cristiana. Todos hemos oído hablar del Campeador de Mio Cid cuando hemos ido al colegio y, en clase de lengua, se hacía mención al cantar de gesta más importante de la literatura española: "El Cantar de Mio Cid". En el libro de texto aparecía como el personaje de Rodrigo Díaz de Vivar destacó por su lucha contra los musulmanes y su importante pape en la Reconquista, quedando como icono y mito a través del cantar. Su hazaña más importante la hizo estando muerto (según recoge el poema), pues logró provocar la huida del enemigo cuando los cristianos colocaron su cuerpo sobre su caballo y, los "infieles" al verlo a la grupa de su corcel y  con su armadura, huyeron despavoridos creyéndolo vivo.
El caballero Rodrigo existió y su intervención en numerosas batallas fueron recogidas tanto por fuentes cristianas como árabes, pero como suele ocurrir, las lagunas que se desconocen se van rellenando y contaminando la parte verídica por tradicionales orales donde se quiere ensalzar la parte "buena" y ocultando la parte "mala" no bien vista a ojos cristianos que necesitan una figura que sirva de ejemplo inspirador para sus soldados a fin de lograr la definitiva expulsión de los musulmanes.
No estaba bien visto que el Cid hubiese servido tanto a cristianos como a moros, que hubiese servido a tanto a Sancho II  y Alfonso VIde Castilla como al rey musulman de Saraqusta o al rey de la taifa de Zaragoza, Al-Muqtadir. De hecho llegó a provocar la derrota a los cristianos en batallas como la de Sagraja. 

Por lo tanto fue un caballero al servicio de sí mismo y de sus intereses, de quien pagara bien sus habilidades guerreras y logró sus objetivos: crear un señorío independiente en Valencia y mantenerlo hasta su muerte (no es de extrañar si pensamos que conocía más de un destierro y así se se servía a sí mismo en vez de someterse a vasallaje).

No fue el único, muchos cristianos y moros lucharon en ambos lados dependiendo de las circunstancias y momento dado. Los pactos entre señores cristianos y musulmanes se hacían y deshacían constantemente a conveniencia y dependiendo cual era el enemigo más fuerte y temible y con quién necesitabas aliarte para sobrevivir.

El Cid es la figura que reflejó la realidad del momento, la vida misma y que nada es lineal ni blanco o negro; simplemente se ramifica y curva además de tener toda una escala completa de grises.

Atentamente,                
                                          
Elena Rojas