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sábado, 26 de diciembre de 2015

Pequeña reflexión navideña


Buenos días lector:

Ya hemos entrado propiamente en las Navidades y, ante todo, mis felicitaciones y mejores deseos de que todos tus deseos, ilusiones y esperanzas se hagan realidad en este próximo año (y lo que queda de este también, todos los días cuentan y no vuelven).

Estas fechas se hacen entrañables, se ve a la familia, se queda con los amigos y se va a esa cena anual de antiguos compañeros de clase o compañeros de trabajo. 

A veces es verdad que es agobiante y, si bien pueden haber veladas inolvidables y mágicas; también las hay agobiantes y poco placenteras. No nos engañemos, no todo lo que es oro reluce; a veces los brillos son de los papeles de regalo o las lentejuelas de los vestidos. Que si bien es maravilloso ese momento que se desenvuelva el paquete o una lleva puesto ese vestido perfecto....¿a que no se sudó antes con las prisas, las compras estresantes, las dudas a la hora de elegir, la falta de tallas, de colores...de tiempo o de dinero?

A veces es verdad que no apetece nada ver a determinadas personas, más bien uno prefiere hincharse a polvorones a ver si con suerte nos ponemos malos y nos ahorramos de ver a esa suegra cotilla, al compañero payaso o al amigo gorrón...y tanta compra que uno no tiene ni tiempo y justo en la tienda no hay ese videojuego que quiere el sobrino ni la falda del color exacto para la prima y ya los pendientes que quería tu pareja que compraron cinco minutos antes que tu llegaras ni hablemos...

Sin embargo, hay cosas que ni tienen precio y momentos que valen todo el tiempo de tu vida y memoria. 

Tú también tienes ese momento especial o ese regalo que tendrás por resto de tu vida ¿verdad? Y es que la Navidad tiene esos guiños como guindas de pastel que coronan la tarta, que es nuestra vida en definitiva. 

Puede ser cualquier cosa que recordaremos siempre con una sonrisa por muchos años que pasen: las primeras Navidades con tus hijos, la última con ese abuelo tan querido, la que recibiste ese beso de aquella persona que tanto te gustaba, la cara de sorpresa de tu madre al abrir su regalo, ese abrazo con el que te tiraron al suelo cuando llegaste a la cena, esa persona inesperada que llegó a la fiesta y te emocionaste o cuando te encontraste a un perro y te lo llevaste en brazos vestido de gala y todo....

Muchas veces es algo tan sencillo como un simple mensaje, un abrazo o una mirada para colmarle el corazón a otra persona y alegrarle el día. 
No dejes que las prisas de estas fechas te hagan olvidar cuáles son los regalos de real valor.

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