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jueves, 13 de agosto de 2015

La sombra ignorada (3)


Buenos días querido lector,


he aquí la continuación!!


-¿Tú quieres resolver casos?- inquirió.
-Si-.
-¿Cueste lo que cueste?-insistió.
-Si-.
-Ten en cuenta que esto no es “El comisario” “CSI” o cualquier serie de televisión- persistió.
-Ya sé que de momento no trabajaré independiente, ni que el mérito será mío y que estaré subordinada pero pienso hacerlo- aseguré.

-Este centro no es como los demás- me recordó.
-Por eso quise venir aquí- reiteré.
-La eficacia tiene sus consecuencias, más trabajo, mayor dureza, información mucho más confidencial…- empezó a enumerar.
-Que si, si a todo- atajé.
-Bien, entonces tu supervisor será David- dictaminó. Maca se quedó algo confusa.
-Santi… es que sabes que David, bueno, que es el último que se incorporó, tiene menos experiencia y…no está tan preparado para esto- concluyó mirando al jefe directamente como si quisiera decirle algo más con la mirada sin que yo me enterase.
-No me importa no aprender del mejor- argumenté yo.
-Entonces todo arreglado- zanjó el director.
-Santi…-.
-¡Ya lo sé, Maca! Por eso, si él no da la talla y ella si, entonces que ocupe su puesto y pedimos otro que ocupe el puesto actual de Elisa que sólo se dedique al papeleo- concluyó.
-Bueno, si es así…- se resignó ella.
Me quedé consternada, ya sabes, un rápido ascenso que bien me vendría para mi insensata ambición, pero por otro lado no me había parecido que el chico no diese la talla.
Íbamos a salir cuando entró inesperadamente un hombre alterado.
-¿Qué haces aquí, Álvaro?- quiso saber el jefe, molesto.
-Volver aquí ¡¿qué va a ser?!- vociferó.
-Pues me temo que no, de hecho te presento a tu suplente, El…-.
-¿Una novata? ¿Ésa es quien me sustituye? Llevo aquí diez años, sirviendo lo mejor que pude y lo hice bien- añadió elevando cada vez más la voz.
Seguro que en mi cara se leía “pues esta novata está ahora aquí y tú no”.
-Todos sabemos por qué lo hiciste bien, Álvaro…-.
-Y usted también- acusó.
-A ti se te subió a la cabeza y te pasaste de listo- le recordó, observando mejor su cara le reconocí, había llegado a tener gran reconocimiento por el gran número de casos que ha resuelto. Llegó a salir en las noticias un par de veces.
-Puedes resolver casos en tu nuevo destino-opinó Maca.
-Tú no te metas, verás cuando a ti te echen también- le amenazó.
-Deja la arrogancia o te seguirá hundiendo- aconsejó ella, no dándose por aludida.
-No voy a dejarlo así como así- aseguró, -y tú ándate con ojo o el buitre te tendrá  a su merced- me espetó, miré a Santiago, desconcertada.
Por supuesto, seguía sin entender nada.
Un avaricioso que seguía queriendo estar unido al cuerpo de élite, interpreté y quise no darle más importancia. No obstante, pensé que debía sujetar un poco mis ganas de triunfar y que tenía por lo menos avisar a David de lo que había decidido Santiago.
Era impulsiva e ingenua pero no mala gente, no sé como lo verás tú.
A David y a mí nos asignaron un caso de suicidio, teníamos que asegurarnos de que había sido eso y no un asesinato disimulado. A Julián y a Maca le dieron otro más importante.
Seguro que ya se te ha pasado por la cabeza, como estaba yo uno sencillito, no vaya a ser que me agobie.
-Bueno, aquí fue la habitación dónde se colgó, ahí encontró el cuerpo su hija, llevaba muerto dos días. Enrique debe estar haciéndole la autopsia ahora mismo, lo solicitó su hija, que no quiere reconocer que su padre se halla suicidado- comentaba David mientras empezaba a analizar la habitación minuciosamente.
-Si lo dice será por algo- apunté yo, dirigiéndome al cuarto de baño.
-Psss, los vecinos dicen que llevaba dos años con fuertes depresiones y que no salía de casa- informó.
-Será verdad, en el armarito hay varios botes de pastilla para la depresión- señalé, inspeccionándolos.
-Aquí está la nota de suicidio… todo parece normal- opinó al leerla. Me acerqué a verla y la leí, era básicamente una despedida. Se me hizo un nudo en el estómago al leerla, así que agradecí que ya se hubieran llevado el cuerpo antes de nosotros llegar. (Esto lo admito ahora).
-Mira, ¿no te parece marcas de haber habido gotas?- le pregunté, fijándome en el escritorio, que tenía una capa de polvo de no haber sido muy limpio el hombre.
-Seguramente lágrimas, en la hoja se tuvo que haber secado. No es nada extraño- consideró, quitándole importancia pero sonriendo al ver que me había percatado.
-¿Crees que esa era su letra normal?- inquirí, él vio por donde iba y buscó en el escritorio, encontró su agenda, la abrió y comparó.
-Pues no, la de la nota está mucho más alterada y con mala caligrafía, aunque sabiendo que iba a morir no deja de ser extraño- medité.
-No creas, para suicidarse hay que estar muy desesperado, es el último recurso y se necesita valor, con lo que lleva a mucha premeditación,
en el momento de hacerlo se supone que ya lo tienes asumido- me explicó pero sin retintín de “ve aprendiendo”, cosa que no le faltaba a Julián cada vez que se dirigía a mí. –Sigamos buscando y hay que hablar con la hija- decidió.

Dos horas después nos encontrábamos en una cafetería tomando algo (él insistió y no sería yo quien me negara). Yo repasaba las notas cogidas de lo que nos habló la hija: al hombre se le había muerto su mujer e hijo pequeño en un accidente de tráfico y poco después perdió el trabajo, pero su hija afirmaba que su padre le había confesado que ya sólo vivía para cuidarla a ella,  ya que su ex-marido la acosa continuamente, el padre no quería fallarle a su último ser querido, su hija, en  el accidente de tráfico se echaba la culpa el hombre por haberse quedado dormido.
Sólo teníamos las palabras de su hija y la nota de suicidio. Lo que era igual a no tener nada ya que Enrique nos había llamado diciendo que en el cuerpo no halló nada extraño.
-Esto está en un callejón sin salida- concluí.

-Eso parece- apoyó, sacando un cigarrito, se lo arrebaté de la boca.


Te va gustando??


Atentamente,

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