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jueves, 13 de agosto de 2015

¿Por qué yo? ¿Por qué Salazar? (2)


Buenos días querido lector:

La continuación del relato del otro día ¿Por qué Salazar? ¿Por qué yo?:


Dio paso a un verano diferente y… atípico.
La playa con un helado en la mano fue sustituido por un ordenador y un abanico. Durante dos meses una joven de diecinueve años se dedicó en cuerpo y alma a seguir investigando y escribiendo el extraño caso de las brujas de Zugarramurdi.
¿Y cómo es que una chica no aprovechaba sus meses de descanso y se enfrascaba en una carrera a contrarreloj?
No era una obsesión, es que no tenía opción.
Si deseaba escribir el relato debía hacerlo antes que comenzara el curso y ya no tendría tiempo para escribir otra cosa que comentarios históricos y exámenes. Aquella trepidante y asombrosa historia le había calado en el alma.
Y lo peor
¡Ahora no salía!
Si señores, Salazar de Frías no salía de su cabeza; si no la escribía, temía que la sombra del personaje se le quedara tan hondo que la terminara ahogándola.
Debía dar a conocer quién fue el Abogado de las brujas, qué pasó en Zugarramurdi y todos los pueblos vecinos del norte, qué decidieron los inquisidores hacer para acabar con el caos brujeril…todo. Así ella se quedaría en paz y habría cumplido con su parte, como si de un pacto se tratase entre una estudiante del siglo XXI y un inquisidor del siglo XVII.
Así escribía su historia en una novela basada en hechos reales con unas pinceladas de fantasía y magia. Los personajes muertes en archivos inquisitoriales cobraban aliento y voz en sus palabras.
Hasta que terminó. Tras dos meses intensos.
Respiró hondo, Salazar debía estar satisfecho: había acabado a tiempo. Ahora podría estudiar tranquila su tercer curso, aunque echaría de menos a aquel extraordinario personaje.


…o eso creía.


Atentamente,



Elena Rojas

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