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jueves, 13 de agosto de 2015

Amor y locura


Buenos días mi querido lector:


Aquí seguimos rescatando del otro blog, en nuestro segundo paso del camino.

 La escuché de viva voy y la escribí, es de tradición oral pero hay cosas que es un delito dejar que se olvide y muera. Como esta.


Cuenta la leyenda, o el cuento para adultos (pues los niños no tienen edad para amar con locura ni entender a los complejos sentimientos que les acompañará el resto de sus vidas) que en una tarde de verano estaban reunidos todos los sentimientos del ser humano, allá por los bosques de los cielos que anidan en nuestras mentes cuando dormimos y soñamos.

Allí estaban todos: la justicia, la sinceridad, la mentira, el valor, el miedo, la impaciencia, la tolerancia, la alegría, la apatía, la tristeza, la desesperación, la responsabilidad, voluntad… y, cómo no, la locura y el amor.
Y aburrimiento estaba tal y como era, aburrido, conversaba con la ilusión pero no le entretenía, de tal modo que preguntó por qué no hacían algo entre todos para animar aquella tarde sobria.
Voluntad, ánimo y alegría enseguida aceptaron encantados y empezaron a preguntarse que podían hacer para poder participar todos. La duda estaba indecisa pero imaginación propuso jugar y decisión se decantó por el escondite.
Tolerancia aceptó, a apatía le dio igual si era escondite o adivinanzas, duda no supo si decir sí o no, a miedo le dio temor el hecho de tener que ocultarse; impaciencia, sin poder esperarse, corrió sin más a esconderse, alegría, para ver a aburrimiento entretenido aceptó también, la justicia, al ver que era mayoría se mostró conforme, la locura, sin pensárselo dos veces también aceptó.
Ya conocemos a la locura, no se detiene a pensar y actúa impulsivamente, así que además se ofreció a contar y buscar a los demás, a envidia le dio celos y quiso contar también pero locura, altanera y nerviosa, chilló y gritó más para ser ella quien contara.
Al final equidad intervino y nombró a locura para contar así que envidia corrió a esconderse para ser ella la ganadora del juego.
Entretanto el amor, que sabemos cómo es: indeciso, caprichoso, inconstante, con miedo a abrirse y que vean su interior por miedo a ser rechazado, se escondió bien detrás de unos arbustos.
Cuando locura terminó de contar alocadamente encontró a apatía, que como le daba igual todo, ni se molestó en esconderse.
A miedo le encontró cuando éste temeroso salió de la cueva que estaba oscura y no lo soportaba más.
A desesperación también la halló sin tener que buscarla, pues ya estaba harta de estar metida bajo el agua del río para esconderse.
A impaciencia también, que le pareció que ya locura tardaba demasiado y salió de detrás del árbol donde se refugió.
La locura descubrió a duda detrás de la colina pero esta no terminaba de aclararse si la había encontrado o no, si ganó o perdió.
Paciencia se hallaba tranquilamente sentada detrás de unas rocas y cuando locura se asomó le contestó que si quería podía pasar a buscarla más tarde.
A alegría la pilló detrás de una colmena y ésta, al ver la locura, la felicitó y abrazó por haberla encontrado.
En cuanto a mentira, cuando la locura le sorprendió le gritó que había hecho trampa que había mirado a ver dónde se había escondido.
Envidia estaba contenta, ya estaba saliendo casi todos, solo faltaba ella y el amor, podría ganar el juego. Pero he aquí que ensimismada en estos pensamientos hizo ruido y la locura la descubrió.
Celosa, había visto dónde se había escondido el amor y la delató
“Detrás de los arbustos está, en verdad gané yo, viste el amor antes pero no te diste cuenta”
La locura se acercó a los arbustos y le dijo al amor que saliera, que se había acabado el juego y había ganado.
Sin embargo, el amor no salió… ya sabemos cómo es el amor: inconstante, caprichoso, indeciso, con miedo a abrirse para no ser rechazado…
“Amor sal” repitió la locura, desesperación e impaciencia se acercaron y apremiaron también, incapaces de esperar a que el amor saliera por su propia voluntad. La envidia, muy celosa por haber perdido, le dio una rama a locura para que azuzara al amor y saliera detrás de los arbustos.
Y la locura, que no suele ir acompañada de razón, azuzó sin más entre los arbustos.
Al fin, el amor salió, cual la triste sorpresa que al haber azuzado con el palo le había dañado los ojos y estaba ciego el amor.
Al ver esto, culpa, responsabilidad y justicia miraron con reproche a la locura y ésta, en su único momento de lucidez, se dirigió al amor:
“no te preocupes, a partir de ahora amor, irás de mi mano y yo seré tus ojos”
A partir de esta tarde se rumorea que es por ello que al amor siempre tiene un poco de locura y que el amor es loco y ciego.



¿Te ha enamorado?

Atentamente,

Elena Rojas

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