Subscribe:

Ads 468x60px

jueves, 13 de agosto de 2015

La sombra ignorada (2)

Buenas tardes querido lector:


Segunda parte del relato que comenzamos ayer, espero que te guste:

la fama…

-Perdón, no quería interrumpir, soy Elisa la…- empecé a presentarme.
-Ah… si, la nueva ayudante- recordó el director como quien recordaba que tenía que comprar el pan.
Me acuerdo perfectamente como el resto del equipo me miró, con recelo… yo les excusé en aquel instante pensando que antes de ganarme su respeto tenía que demostrarles que estaba a la altura.
Como acostumbraba en mí cuando era joven y ya quería ser de un golpe la veterana… que ilusa, si, creo que te lo diré un pasar de veces mientras te cuento esta historia, aquí te demuestro como intentado ser la protagonista en verdad no me enteré de nada hasta el final.
-Estoy totalmente preparada para hacer lo que me pidan y ayudar en este caso- afirmé intentando darle seguridad a mi tono de voz.
-Ya, yo soy Santiago, el que dirige y ellos son Enrique, el forense, Maca, Julián y David, con los que más trabajarás… en este caso no trabajarás, mejor que empieces con uno desde el principio, mientras puedes encargarte del papeleo- se le ocurrió para quitarme de encima inmediatamente, - y recuerda que todo esto es información confidencial- atajó.
Directamente, me había arrebatado el caramelo.
Pero tenía tantas ganas que me conformé con el envoltorio de él que me habían tirado.
Julián y Maca salieron a su misión y David se fue a su despacho a hacer llamadas para averiguar. Me quedé parada como una tonta, sin ni siquiera saber cuál iba a ser mi mesa. Al salir Santiago se limitó a señalarme una al fondo.
Me dirigí a ella desanimada y con la firme decisión de que en tan sólo una semana les haría cambiar totalmente de opinión.
Pero que equivocada estaba.
Al cabo de media hora ya estaba instalada y pensando qué papeleo era el que tenía que llevar.
David salió de su despacho y se dirigió a mi mesa con papeles y una chaqueta para salir.
-Aquí tienes, son  los informes de los dos últimos caso, haz el trámite para poder darlo como caso cerrado y archivarlo ¿sabes hacerlo?- preguntó.
-Por supuesto señor, lo tendrá usted listo inmediatamente- asentí.
-Mujer, que señor me hace viejo, te llevaré tres años como mucho. Tú no te desanimes, simplemente que aquí hay que abrirse camino, no esperes las puertas abiertas- advirtió.
-Lo sé, no se preocupe que daré la talla y…-.
-No te preocupes- me corrigió, -y no tengas prisa de unirte completamente, de verdad…- comentó.
A mí eso me cayó fatal y ciega de ambición no vi su rostro cansado ni que me lo decía por mi bien.
Verás que le entendería demasiado tarde.
Pasé dos días aburridos como si estuviese yo sola, sólo con papeles e indicando al de mantenimiento que se había ido otra vez la luz.
Cuando pasó por primera vez.
Los vi llevando al marido sospechoso a la sala de interrogatorio. Lo habían pillado.
Maca se quedó con él para interrogarlo, Julián y David se quedaron fuera, atentos.
-¿Tan pronto lo han cogido? Que rapidito ¿cómo lo han hecho? ¿Hay algo que demuestre que es culpable?- quise saber, deseosa.
-Este está calado, lo hallamos en un motel y tenía -(te diría el nombre de la sustancia que no dejaba rastro, pero tan nerviosa estaba que no me quedé con el nombre)- en el bolsillo para tragárselo- comentó Julián, sin darle importancia.
-¿Y cómo lo encontraron? Se decía que no había dejado pistas de a dónde había ido- seguí, intentando sonsacar.
-Al principio se nos pasó, pero en la papelera habían varios ticket de guaguas, resulta que siempre cogía la misma y el conductor recordaba que no se bajó donde siempre, también había un gorro de médico escondido en el armario del hijo, en el hospital más cercano le faltaba medicamentos- me respondió David.
-Vaya, ¿y qué les hizo fijarse en los ticket y relacionarlo, al igual que el gorro?- insistí yo, con ganas de coger notas acercas de sus infalibles métodos.
Julián miró a David como “a ver qué le vas a decir a la novata, esto no le incumbe” y luego se retiró. David prefirió mirar a Maca interrogando a través del cristal, eludiendo mis preguntas.
Genial, había pasado delante de mis narices los secretos de sus métodos y yo no había visto nada. Me prometí a mí misma fijarme para demostrarles que yo estaba igual de capacitada que ellos.
Sería más fácil dentro del próximo caso, pensé.
Si lo estás pensando…si, otra vez equivocada.
No es que no viera nada dentro del caso… es que no me dejaron participar.
Decepcionante ¿verdad? Yo, que quería quitarle el título a Sherlock Holmes ni siquiera tenía caso.
Te juro que por insistir no fue, ahora que recuerdo la verdad es que me puse un tanto pesadita.
-Si ya te lo he dicho, Elisa, es mejor así- me solía decir David, apenado.
Yo creía que era por mí, pero en realidad era por sí mismo.
Una de las veces, cuando ya había resuelto el cuarto caso en el mes, me encontraba en el vestuario con Maca.
-¿Qué tal? No tienes muy buena cara, deberías estar contenta, pillaste al cabecilla de la venta de drogas y eso que ninguno de los traficantes hablaba- comenté yo, -¿cómo se te ocurrió relacionar que las páginas ilegales de venta estaban relacionadas con las de compra  de artículos de lujo del culpable? Aparentemente no tenía nada en común ¿instinto femenino?- sugerí.
Maca me miró como “pobre ignorante, si supiera…”.
-Eso son sandeces, simplemente hay que nacer con ese olfato para las pruebas… que muy pocos tienen- opinó.
-Podría intentar descubrir si yo lo tengo si me dejaran entrar en un caso… la cosa es que Santiago ya no quiere oírme, he venido para trabajar en eso, eso es a lo que me he preparado ¿por qué tarda tanto en meterme?- le pregunté.
-Digamos que no es tan malo como tú crees, cuando me destinaron aquí, que ya había trabajado en unos cuantos, también se obstinaban en retrasarlo cuanto pudieron… pero al final no hay más remedio y eso te ata-.
Yo no le entendí lo último ni me interesaba, pendiente sólo de tener un caso.
Se quedó un rato mirándome fijamente, aún no sé que es lo que vio (y ojalá que no lo hubiese visto) no obstante, consideró que era el momento.
-Vamos- me dijo, yo la seguí y nos acercamos al despacho de Santiago, que firmaba unos papeles.

-Santi, yo creo que va siendo hora- se limitó a decir. Él la miró, dudativo. Luego a mí.

 
.....
Atentamente,

Elena Rojas

0 comentarios:

Publicar un comentario