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jueves, 13 de agosto de 2015

Origen de la bruja


Buenas tardes querido lector:


Origen de la bruja:


Aprendamos un poco más acerca de la brujería en España, como se recoge en la novela, está la introducción del conocimiento de la figura de la bruja a través de los rumores que se trae de Francia a través de María de Ximildegui.
Entrando más a fondo en este artículo, idea de bruja en España ya que sin la introducción del conocimiento acerca de estos peculiares personajes, su persecución por la Inquisición no habría tenido lugar.
Bruja es una palabra que tiene carnet de identidad pirenaico, aparece por primera vez a finales del siglo XIII, antes de 1287, como bruxa (equivale a súcubo o demonio femenino). También está broxa, pertenece a un campo semántico compartido con hechiceros, envenenadores, sortílegos y adivinos y marcado por valores altamente negativos: todos ellos cometen crímenes… se la identifica concretamente con los maleficios.
El Boque, es el demonio que preside el conventículo al que se trasladan por la noche las brujas para adorarle, renegar de Dios y cometer sus crímenes y maleficios.
Según textos conservados en 1424 del Consejo de los próceres del valle de Aneu, se deduce que hacía el 1400 al menos estaba configurada ya en sus líneas generales la creencia en la bruja satánica y en el aquelarre demoniaco en la zona pirenaica catalano- aragonesa. Pero aún no se hace mención en este códice del ósculo infame, o de la relación licenciosa con Satán, ni de banquetes ni danzas diabólicas. No obstante, la versión de la apostasía aquelárrica y de la perversidad de la bruja es notoriamente temprana y precisa.
¿Podemos tomar, pues el Pirineo central como foco inicial del síndrome brujesco? ¿Se origina allí? ¿Es autóctona esta configuración maléfica y negativa? Ciertamente que la montaña pirenaica con sus estribaciones puede considerarse como la cuna en la que crecen y se desarrollan esta verbalización y esta concepción herético- criminal de la bruja; pero no es autóctona. Su origen inmediato y próximo en cuanto a significado concreto hay que buscarlo al otro lado del Pirineo, en el sur de Francia, tierra unida por múltiples lazos a la Corona aragonesa. Las razones que abogan por esta posible donación francesa son varias; bruxa y broxa no son en primer lugar voces exclusivas de este lado de la montaña, suenan también, con igual carta de naturaleza, esto es, como propias, en los dialectos gascones y languedocianos, lo que implica transfusión y préstamo. Pero no es del todo fácil precisar el área concreta de origen en su dimensión lingüística y su expansión posterior.
El documento mencionado anteriormente hace referencia al “Boque de Biterna”, donde señala las reuniones nocturnas de las brujas con el demonio en forma de macho cabrío señala al sur de Francia con origen en los cátaros (puritanos ascetas, vegetarianos, ayunadores y abstemios sexualmente, les preocupaba el problema del mal, en el origen y según su dogma, existían sólo dos principios: el Bien y el Mal), su persecución por ser declarados herejes (en que no entraremos en detalle al no ser el tema a tratar) se les acusaba de beber un extraño brebaje confeccionado con excrementos de sapo y que prometían adorar al diablo y todo acababa en una desaforada orgía incestuosa (estereotipo falso extraído mediante tortura)… esta imagen se aplicará  en su totalidad a la bruja a partir de mediados del siglo XII.
No obstante, su irrealidad y fabulación y aún siendo producto de una creación teológico- herética y de la tortura, éstas fueron las fantasías que circulaban como moneda válida y eran creídas por la cristiandad desde Aragón a Italia y desde Suiza a Alemania y las que alcanzaron las bulas de los papas Gregorio IX y Juan XXII y pasaron a formar parte del canon que comenzó muy pronto a definir a la bruja herético- satánica-. Más aún, pronto el término de valdés (comerciante de Lyon llamado Valdés oyó la cancioncilla de San Alejo, renuncia a lo que posee y practica la pobreza apostólica, tendrá adeptos y serán acusados de herejes), brujo y hereje llegaron a ser sinónimos, tanto en la mente popular como en los escritos papales. Sólo faltaba ya un paso para que el síndrome herejía- apostasía ritual- aquelarre- orgía cestuosa- demonio se predique también de la bruja, cosa que hacen obispos e inquisidores fundamentados e la teología escolástica desarrollada por la presión de cátaros y valdenses y que se ve forzada a codificar la naturaleza del diablo, de la herejía y de la propia bruja.
Entre 1318 y 1338 los Papas de Avignon se mostraron profundamente preocupados por la pesadilla de la hechicería y de las artes diabólicas y brujescas, de hecho, Juan XXII acusaba a sus enemigos de maleficiarle invocando demonios. Ante las prácticas frecuentes, según creía, en su mismísima corte papal, este Pontífice recabó en un consistorio la opinión de expertos y otorgó en 1320 nuevos poderes a los inquisidores para proceder contra las brujas por ser herejes, así consideradas por su trato con el demonio. Encomendó esta actuación a los inquisidores de Toulouse y Carcassonne. Pero no es aquí el eslabón definitivo que une al cátaro- valdés con la bruja, sino en Irlanda:
Richard de Ledrede, de origen inglés, obispo de la diócesis irlandesa de Ossory, acusó a Lady Alice Kyteler (distinguida matrona de fortuna considerable) de haber hechizado y matado a sus padres y a otros miembros de su familia. Se la sometió a tortura, la cual, bajo este método confesó pertenecer a una secta de herejes, servirse de maleficios, polvos y ungüentos y del poder que adquiría copulando con el demonio; también de acudir a reuniones nocturnas de la secta que presidía el demonio en forma de gato o perro negro, al que adoraban en forma ritual renegando de Jesucristo.
¿Cómo pudo aparecer en Irlanda esta tan precisa y concreta versión de hereje- bruja- demonio de sabor languedociano antes de que pasara a documento escrito en el área cultural en la que llevaba decenios gestándose? La razón parece sencilla: el obispo irlandés había residido en la corte papal de Avignon justo al terminar los procesos por brujería hechiceril contra el papa Bonifacio y contra el obispo Guichard, en aquella mansión de corte mágico había sido consagrado obispo y en aquel ambiente absorbió todos los elementos del síndrome cátaro- valdense que trasladó a Irlanda y acumuló en Lady Kyteler, acusada de bruja.
Esta irradiación aculturadora alcanzó en mayor profundidad e intensidad el norte de Aragón. Así en Cataluña aparece por primera vez la palabra bruxa, el Pirineo aragonés surge broxa, que viaja al Pirineo vasco-navarro. Este vistazo del origen de la bruja según el argumento linguístico y cronológico- geográfico puede apreciarse en síntesis en el mapa:

La importante barrera pirenaica no fue obstáculo a la satánica fuerza de la ideología brujeril que se difundió muy pronto, en su nueva versión francesa por estas fechas (1480-1530) mucho más perfilada y potenciada, por todos los valees catalano-aragoneses y vasco-navarros.
El 5 de diciembre de 1484 el papa Inocencio VIII promulgó la bula Sumis desiderantes, documento clave en la historia de la brujería, ya que en él se promulga la creencia en la configuración satánico- brujeril y hace jurisprudencia para que en adelante quede fundamentada la actuación inquisitorial en los procesos de brujería. Además el documento da mano libre y exhorta a los inquisidores a proceder sin descanso según las regulaciones de la Inquisición contra la brujería, aunque se opongan obispos, clérigos y autoridades locales. La recién inventada imprenta contribuyó, además, a su enorme difusión, porque encabezó durante años y numerosas ediciones un libro, el famosísimo Martillo de las Brujas, cuya primera impresión data de 1486 (se trata de un manual de procedimiento a seguir para descubrir, juzgar y sentenciar a las brujas que heréticamente renuncian a la fe católica, rinden homenaje al demonio con el que yace, causan esterilidad a las mujeres, destruyen cosechas, matan niños, etc. El martillo creó muy pronto escuela y fue desde temprano citado como autoridad y aplicado como forma de procedimiento por las inquisiciones regionales españolas. El paso teórico en la equiparación del proceso por herejía y del proceso de brujería estada dado. Las hogueras quemando a brujas ardieron después por todas partes; Europa occidental llegó a oler a la carne humana que se asaba en las brasas con mucha más intensidad que España, lo que no excluye que también se quemaran.

Atentamente,

Elena Rojas

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