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jueves, 13 de agosto de 2015

La sombra ignorada (8)

Buenas tardes querido lector:

Comencemos el fin de semana con la nueva entrega del relato

Salto una alarma de que podía haber programas dañinos, informé a Google y revisé todo el código html a ver si había algo introducido si mi consentimiento, no he hallado nada, espero que podais verlo sin problema alguno. Si no es así y me lo comentáis estaré atenta y revisaré nuevamente. Siento si a alguien le ha ocasionado algún problema.


-Tan poco lo veo tan reprochable como Julián, una vez le fue infiel a la esposa, está casado con una mujer adinerada y no quiere perder el filón de oro… aunque no pague le está costando caro la infidelidad , simplemente le gusta más el dinero que el amor- me informó pasándome unas fotos.
Que decirte, la mujer era demasiado para un jefe con la curva de la felicidad.
-¿Saben que los has investigado?-.
-Espero que no- se esperanzó él, estuvimos un rato en silencio.
-¿Y esa lista?- pregunté, señalándola.
-Esta lista es la de toda la policía científica que ya no ejerce o que fue expulsada o algo por el estilo, en verdad debería haber sido del todo el país ¿quién nos dice que no halla ido de una región a otra? Pero entonces sería interminable y esta es de nuestra región. Me ha llevado lo suyo ir eliminando candidatos, me quedan dos por comprobar… José Antonio Pérez Rodríguez y Ricardo Montoya Hernández- me explicó.
-Pues uno para ti y otro para mí- repartí, a David le llevó lo suyo encontrar las fotos correspondientes.
-Nunca he sido muy ordenado- se excusó.
-Es que si no, serías perfecto- se me escapó, no le miré a la cara.

Al día siguiente, (no, no es lo que piensas, él regresó a su casa), volví al trabajo, al entrar busqué algún indicio de la presencia de “La sombra”, aparte del caso resuelto de Maca y Julián no vi ninguna nota o pintada.
-¿Busca algo, niña?- me preguntó Doña Mercedes, la señora de la limpieza, al verme media encajonada debajo de las mesas por si se había caído mi nota o la  de “La sombra”.
-Si, esto… ¿no ha dejado nada… quien usted sabe?- formulé la pregunta como si hubiera pedido preservativos, como si ella no viese el entramado a cada momento.
-¡Ah, si! Me dejó una nota en el cubo de la fregona que ponía “perdón por las pintadas, ya se lo pagará Santiago”- respondió contenta, sabiendo que el jefe se vería obligado.
Al final me senté en mi mesa, resignada a que no le daba la gana comunicarse conmigo, miré a mi ordenador… si es más a la vista no podía estar, en el salva-pantalla, cuando dejas una frase escrita:

“¿Estás segura de que nada tienes que ocultar?”

Aquella frase me dejó perturbada, yo no recordaba nada que hubiese hecho ilegal o de lo que me tuviera que avergonzar, al revés, a veces me pasaba con lo que se tenía que hacer sólo lo correcto… sin embargo, ahí estaba, “La sombra” retándome.
-No deberías preocuparte, si tú sabes que no has hecho nada, debe estar faroleando para que le sigas el juego- adujo la voz de David por el móvil. Había ido al baño, donde daba vueltas sin parar, nerviosa y feliz de tener cobertura al acercarme a la pequeña ventana.
-Venga ya, parece mentira que digas eso, tú dijiste que no cometería el error de escoger a alguien de quien no se puede aprovechar dos veces, que por algo me habría escogido y sin embargo ahí está lanzándome indirectas de que si tengo un trapo sucio- insistí yo, sin parar de dar vueltas.

-Pues deberías indagar sobre ti misma o tu familia o amigos, quizás encuentres algo que no sepas- me propuso, -déjame a mí los dos candidatos que faltan, si quería echarme a toda costa es porque a lo mejor me empiezo a acercar a él- se animó.

Atentamente,

Elena Rojas 

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